Como lo demostró el año pasado, los líderes deben ser receptivos a las demandas de las personas que les han confiado para liderar, al tiempo que proporcionan una visión y un camino a seguir, para que las personas puedan imaginar un futuro mejor.
El verdadero liderazgo en un mundo complejo, incierto y ansioso requiere que los líderes naveguen con un sistema de radar y una brújula. Deben ser receptivos a las señales que llegan constantemente de un paisaje en constante cambio, y deben estar dispuestos a hacer los ajustes necesarios; pero nunca deben desviarse de su verdadero norte, es decir, una visión fuerte basada en valores auténticos.
Es por eso que el Foro Económico Mundial ha logrado un liderazgo receptivo y responsable El tema de nuestra reunión anual de enero en Davos. A medida que los líderes en el gobierno, las empresas y la sociedad civil tracen un curso para el próximo año, cinco desafíos clave requerirán su atención.
En primer lugar, tendrán que enfrentarse con la cuarta revolución industrial, que está redefiniendo industrias enteras y creando nuevas desde cero, debido a los avances innovadores en inteligencia artificial, robótica, Internet de las cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología y computación cuántica.
Estas tecnologías solo han comenzado a mostrar todo su potencial; en 2017, veremos cada vez más lo que solía ser ciencia ficción convertido en realidad. Pero, si bien la Cuarta Revolución Industrial podría ayudarnos a resolver algunos de nuestros problemas más apremiantes, también está dividiendo a las sociedades en aquellas que aceptan el cambio y las que no. Y eso amenaza nuestro bienestar en formas que deberán ser identificadas y abordadas.
En segundo lugar, los líderes deberán construir un sistema de gobernanza global dinámico, inclusivo y con múltiples partes interesadas. Los desafíos económicos, tecnológicos, ambientales y sociales de hoy en día solo pueden abordarse a través de la colaboración global público-privada; pero nuestro marco actual para la cooperación internacional fue diseñado para la era de la posguerra, cuando los Estados-nación fueron los actores clave.
Al mismo tiempo, los cambios geopolíticos han hecho que el mundo de hoy sea verdaderamente multipolar. A medida que los nuevos actores globales aportan nuevas ideas sobre cómo configurar los sistemas nacionales y el orden internacional, el orden existente se está volviendo más frágil. Mientras los países interactúen sobre la base de intereses compartidos, en lugar de valores compartidos, la medida en que podrán cooperar será limitada. Además, los actores no estatales ahora son capaces de alterar los sistemas nacionales y globales, especialmente a través de ataques cibernéticos. Para resistir esta amenaza, los países no pueden simplemente cerrarse. El único camino a seguir es asegurarse de que la globalización beneficie a todos.
Un tercer desafío para los líderes será restaurar el crecimiento económico global. El crecimiento permanentemente disminuido se traduce en niveles de vida permanentemente más bajos: con un crecimiento anual de 5%, solo lleva 14 años duplicar el PIB de un país; Con un crecimiento de 3%, lleva 24 años. Si nuestro estancamiento actual persiste, nuestros hijos y nietos podrían estar peor que sus predecesores.
Incluso sin el desempleo estructural de hoy en día impulsado tecnológicamente, la economía global tendría que crear miles de millones de empleos para dar cabida a una población en crecimiento, que se prevé que alcance 9.7 mil millones por 2050, de 7.4 mil millones hoy. Por lo tanto, 2017 será un año en el que la inclusión social y el desempleo juvenil se convertirán en problemas globales y nacionales críticos.
Un cuarto desafío será reformar el capitalismo de mercado y restaurar el pacto entre las empresas y la sociedad. Los mercados libres y la globalización han mejorado los niveles de vida y han sacado a las personas de la pobreza durante décadas. Pero sus fallas estructurales (corto plazo miope, aumento de la desigualdad de riqueza y amiguismo) han alimentado la reacción política de los últimos años, a la vez que destacan la necesidad de crear estructuras permanentes para equilibrar los incentivos económicos con el bienestar social.
Finalmente, los líderes deberán abordar la crisis generalizada en la formación de identidad que ha resultado de la erosión de las normas tradicionales en las últimas dos décadas. La globalización ha hecho que el mundo sea más pequeño pero más complejo, y muchas personas han perdido la confianza en las instituciones. Muchas personas ahora temen por su futuro, y están buscando creencias compartidas pero distintas que puedan proporcionar un sentido de propósito y continuidad.
La formación de identidad no es un proceso racional; es profundamente emocional y a menudo se caracteriza por altos niveles de ansiedad, insatisfacción y enojo. La política también está impulsada por la emoción: los líderes atraen votos no al abordar las necesidades o presentar visiones a largo plazo, sino al ofrecer un sentido de pertenencia, nostalgia por tiempos más simples o un retorno a las raíces nacionales. Hemos sido testigos de esto en 2016, ya que los populistas lograron avances al fomentar creencias reaccionarias y extremas. Los líderes responsables, por su parte, deben reconocer los temores y la ira de las personas como legítimos, al tiempo que proporcionan inspiración y planes constructivos para construir un futuro mejor.
¿Pero cómo? El mundo de hoy parece estar envuelto en un mar de pesimismo, negatividad y cinismo. Y, sin embargo, tenemos la oportunidad de sacar a millones de personas más de la pobreza, para que puedan llevar vidas más saludables y significativas. Y tenemos el deber de trabajar juntos hacia un mundo más verde, más inclusivo y pacífico. Si tenemos éxito no dependerá de algún evento externo, sino más bien de las elecciones que hagan nuestros líderes.
El próximo año será una prueba crítica para todos los interesados en la sociedad global. Más que nunca, necesitaremos un liderazgo receptivo y responsable para abordar nuestros desafíos colectivos y restaurar la confianza de las personas en las instituciones y en los demás. No nos faltan los medios para hacer del mundo un lugar mejor. Pero para hacerlo, debemos mirar más allá de nuestros intereses estrechos y atender los intereses de nuestra sociedad global.
Ese deber comienza con nuestros líderes, que deben comenzar a entablar un diálogo abierto y una búsqueda común de soluciones a los cinco principales desafíos en el horizonte. Si reconocen que la nuestra es una comunidad global con un destino compartido, habrán dado un primer paso, aunque modesto, en la dirección correcta.
Klaus Schwab es fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial.
¿Por qué no es honesto con nosotros sobre muchos en el campo del globalismo que buscan cada vez más un líder mundial, uno que ellos mismos llaman su Cristo, un * gran * líder, pero donde él lleva el mundo lo convertirá en un infierno en la tierra? .