El siglo 21st nos presenta dos desafíos nuevos y acelerados: el cambio climático y la urbanización masiva. La buena noticia es que están conectados de manera que la solución para ambos puede mejorar nuestro futuro y dar forma a una vida mejor para todos. Las ciudades habitables conducen a menores emisiones de carbono y mejoras dramáticas en los impactos sociales, económicos y ambientales. Tratarlos a ellos y a muchos de los otros problemas identificados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU de forma aislada nunca funcionará; Las ciudades son el nexo de soluciones comunes a nuestros desafíos más difíciles: pobreza, desarrollo económico, integración social, degradación ambiental y, sí, cambio climático.
Si bien la ONU está estructurada en torno a desafíos dignos (medio ambiente, agua, mujeres y pobreza, por nombrar algunos), estas agencias con demasiada frecuencia operan de manera independiente. La coalición creada en Hábitat III fue un momento formativo para la ONU: reconoció, codificó y elevó la forma urbana a un papel profundo y transversal en el futuro de nuestra comunidad global.
El desafío ahora es cumplir la visión de lo que se ha denominado la Nueva Agenda Urbana: encontrar una manera de reestructurar ONU-Hábitat para convertirse en una organización focal en el esfuerzo por construir mejores ciudades y, en última instancia, mejores vidas. El secretario general me nombró a un panel independiente de alto nivel para evaluar la efectividad de ONU-Hábitat en relación con su trabajo normativo y operativo, su estructura de gobernanza, su capacidad financiera y su capacidad para trabajar con diversos interesados a nivel nacional, subnacional y local. gobiernos En el centro de nuestro enfoque había tres estrategias fundamentales: elevar ONU-Hábitat, integrar sus operaciones en las Naciones Unidas y reenfocar sus actividades.
1 Elevar ONU-Hábitat. Para asumir el desafío fundamental de remodelar las ciudades de todo el mundo, ONU-Hábitat debe ser elevado. Su gobierno, actividades, tipo de apoyo e identidad pública tiene que expandirse más allá de su práctica histórica. En lugar de la disminución de los presupuestos y la participación limitada de los Estados miembros, necesita interacción y apoyo de un grupo mucho más grande; de ahí la recomendación de pasar de un consejo de gobierno de 58 a una membresía universal y gobernanza por parte de la Asamblea General de la ONU. Y al igual que las ciudades necesitan el apoyo de muchas partes interesadas, el panel vio la necesidad de una mayor participación de los gobiernos locales, una gama más amplia de grupos de partes interesadas y una creciente variedad de instituciones. En resumen, el papel y el perfil público de ONU-Hábitat deben transformarse.
2 Ayuda a ONU-Hábitat a trabajar con otras agencias de la ONU. La segunda estrategia es asegurarse de que la ONU tenga una forma proactiva de coordinar las políticas y operaciones urbanas en todas sus agencias. Una forma de lograr esto es a través de un nuevo brazo "Urbano de la ONU" propuesto el mes pasado. Al igual que UN Energy, UN Urban funcionaría como una plataforma pequeña y eficiente en Nueva York para facilitar las iniciativas interinstitucionales. Esta entidad no está destinada a reemplazar o duplicar el trabajo de ONU-Hábitat, sino a integrar y racionalizar sus esfuerzos.
3 Centrar los esfuerzos de ONU-Hábitat en el trabajo sistémico. La estrategia final es cambiar el enfoque de trabajo de ONU-Hábitat a actividades "normativas" que apoyen y guíen el urbanismo sostenible en todo el mundo. Esto puede tomar muchas formas: investigación, desarrollo de estándares, identificación de mejores prácticas, proyectos de demostración, recopilación de datos y más. Los actuales proyectos "operativos" localizados de Un-Habitat deben reforzar claramente el trabajo sistémico y normativo.