En los últimos meses, una gran cantidad de instituciones políticas y financieras han generado preocupaciones sobre la marcha hacia una economía sin efectivo. Incluyen:
- El BCE prevenido que una eliminación del efectivo podría representar un grave riesgo para el sistema financiero. Depender demasiado de los sistemas de pago electrónico podría exponer a los sistemas financieros a fallas catastróficas en caso de cortes de energía o ataques cibernéticos. La Comisión Europea también ha retrocedió es la guerra contra el efectivo.
- El banco popular de china anunció que todas las empresas en China que no son de comercio electrónico deben reanudar la aceptación de efectivo o arriesgarse a ser investigadas, y advirtió a las empresas de no exagerar la idea de "no efectivo" al promover pagos que no sean en efectivo.
- En Suecia, una de las sociedades más sin efectivo, el banco central y el parlamento. he hablado en apoyo de efectivo.
- Las ciudades también se han pronunciado, incluida Washington DC, cuyo Ayuntamiento Introducido un proyecto de ley que buscaba prohibir a los restaurantes y minoristas no aceptar efectivo o cobrar un precio diferente a los clientes dependiendo del método de pago que utilicen.
Ahora es el turno del Banco de Canadá de hacer sonar la alarma. en un - “¿Es problemática una sociedad sin dinero en efectivo?”: Describe una serie de riesgos que podrían surgir si el país se quedara sin efectivo.
La premisa que sustenta el análisis es que, en algún momento en el futuro, las personas y las empresas deciden, por su propia voluntad, dejar de usar efectivo por completo. En respuesta, el banco central deja de imprimir dinero físico debido a los grandes costos fijos inherentes al suministro de billetes bancarios.
En tal escenario, aunque la mayoría de los individuos y las empresas eligen libremente abandonar el efectivo, podría haber "resultados colectivos adversos", advierte el estudio. Por ejemplo, "un pequeño segmento de la población" aún puede preferir seguir usando dinero físico en lugar de pagos electrónicos, ya sea por "un deseo continuo de transacciones anónimas" o por "las restricciones de gastos autoimpuestas que ofrece el efectivo. "
En una economía sin efectivo, esta "minoría de personas" estaría peor ya que "su conjunto de elección sería menor sin efectivo". Además, tendrían cero anonimato y menos control sobre sus finanzas.
Mientras tanto, los servicios de pago minorista serían provistos en su totalidad por redes del sector privado. En otras palabras, los bancos y las compañías de tarjetas de crédito tendrían un control de monopolio aún mayor sobre el sistema de pagos. En Canadá, ya existe un solo esquema de tarjeta de débito nacional, proporcionado por Interac, y tres redes principales de tarjetas de crédito, operadas por Visa, MasterCard y American Express.
Para personas sin opción pero usar efectivo, como aquellos que viven en áreas geográficamente remotas o que no tienen cuentas bancarias, esto sería un gran problema. En Canadá, el número de "no bancarizados" es relativamente pequeño, representando solo 2% de la población, pero en muchos otros países es mucho mayor. En una sociedad sin efectivo, esas personas tendrían dificultades para participar en la economía.
El problema no es solo de exclusión económica. También hay que considerar el mayor riesgo de seguridad. El efectivo, como medio de transacción, "es robusto frente a fallas en la red electrónica, ataques cibernéticos y cortes de energía". En una economía sin efectivo, habría una dependencia aún mayor de la confiabilidad operativa de las redes electrónicas de pago minorista y los sistemas de energía asociados, los cuales son propensos a caer. Una interrupción masiva de los servicios de visas en Europa occidental en junio dio un anticipo del tipo de caos que podría sobrevenir.
El efectivo también sirve como una reserva vital de valor en las crisis económicas. Por ejemplo, durante el peor período de la crisis económica de Islandia, entre 2008-09, cuando sus tres principales bancos colapsaron, el efectivo en circulación se duplicó con creces. El aumento en la demanda de billetes se concentró en las denominaciones más grandes, lo que sugiere que fue impulsado en gran medida por motivaciones de almacenamiento de valor.
Incluso para los propios bancos centrales, una economía totalmente sin efectivo podría causar dolores de cabeza:
- Pérdida de señoreaje. Este es el beneficio que gana un gobierno emitiendo moneda, como lo representa la diferencia entre el valor nominal de monedas y billetes y sus costos de producción. Como señala el informe, la desaparición del efectivo conduciría a una severa contracción del balance del banco central, ya que los billetes representan alrededor de las tres cuartas partes de los pasivos del Banco de Canadá.
- Poderes intervencionistas reducidos. Una de las formas en que los bancos centrales tienen que proporcionar liquidez en una crisis financiera es vender sus tenencias de valores gubernamentales y comprar otros activos (no líquidos) con los ingresos. Una contracción no mitigada del balance del banco central podría comprometer su capacidad de usar esta herramienta.
Los autores sugieren que este problema podría compensarse si el banco central optara por cobrar más por los servicios que presta a la industria financiera. También podría ampliar su balance general "comprando billetes y bonos del gobierno con reservas", como lo han hecho ciertos bancos centrales a través de sus programas de flexibilización cuantitativa.