TN Nota: China es una tecnocracia bien establecida. Su rápido crecimiento ha sido posible, no por la tecnología desarrollada internamente, sino por diseños robados de otras naciones más avanzadas. La lista es asombrosa, y debe leer el artículo completo y ver las imágenes una al lado de la otra para obtener el impacto total de esto. El punto es que a los tecnócratas no les importa de dónde obtienen su tecnología y harán todo lo posible para obtenerla gratis, como se demostró con China. Esta actitud cientificista de que toda la tecnología les pertenece es un gran peligro para todo el sistema.
Históricamente, China ha sido un gran innovador contribuyendo con inventos como la pólvora, el papel y la brújula para el avance humano. Sin embargo, China se ha ganado una reputación internacional en las últimas décadas como el hogar de una prolífica cultura de imitación.
Los chinos se han vuelto expertos en la clonación de productos que van desde bolsos de diseño y los últimos teléfonos inteligentes hasta películas y bebidas alcohólicas. Las tiendas falsas de Apple, los restaurantes falsificados de KFC y los grandes establecimientos de imitación IKEA salpican el paisaje chino. Incluso han construido réplicas de ciudades europeas enteras.
Algunos observadores occidentales creen que esta actitud cultural hacia la imitación tiene sus raíces en el confucianismo, donde los seguidores tradicionalmente aprendieron replicando obras maestras y luego trataron de mejorarlas.
El hecho de que los chinos se refieran comúnmente a los productos de imitación actuales como "Shanzhai" indica que reconocen la naturaleza dudosa de la práctica actual. El término "Shanzhai" se traduce como "fortaleza de montaña" y se aplicó originalmente a las fábricas piratas que producen productos falsificados en áreas remotas fuera del alcance del control regulatorio.
El negocio de imitación ya no se limita a las regiones ilegales periféricas. Ha entrado en la corriente principal y ha sido aceptado por funcionarios del gobierno que parecen contentos de permitir que otras naciones desarrollen productos y tecnología que luego pueden adquirir legítimamente a través de licencias o ilegítimamente mediante falsificación y espionaje. Este enfoque permite a China mantenerse competitiva en el escenario mundial mientras les ahorra el tiempo y el dinero que costaría desarrollar sus propios productos.
Una industria en la que la clonación china ha sobresalido en un grado desconcertante es la fabricación de sistemas de armas. La expansión militar y la creciente asertividad de China se ha visto reforzada por armas clonadas de los arsenales de otros países. Los aviones estadounidenses de última generación, incluidos el Lockheed Martin F-35 Joint Strike Fighter y el vehículo aéreo de combate no tripulado (UCAV) Northrop Grumman X-47B tienen contrapartes chinas que son notablemente similares. Ciertamente, parte de la tecnología utilizada en estos diseños se adquirió a través de una vigorosa campaña de ciberespionaje china.